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Era un domingo del mes de Noviembre, con cielo despejado y un sol radiante. Estaba en mi casa de Barcelona, donde resido actualmente. Agarré la moto y me fuí a conocer el edificio que recibe el nombre de Walden 7. 

Iba por la autopista y a la derecha se aparece ese gran bloque de construcción. A lo lejos parecía que era todo de ladrillo, pero al ir acercándome se podían ver las diferentes texturas. Donde los balcones estaban construidos con ladrillos a la vista y en semicírculo y el resto pintado del mismo color. Conformando una gran fortaleza roja.

Como les dije, era domingo por la tarde y los locales de planta baja estaban cerrados.
Logro entrar ya que un vecino del complejo me abre la puerta, seguramente creyendo que soy vecina, porque no dejan acceder a personas por curiosidad, ya que muchos que son conocedores de la obra quieren visitarla.

Se accede por una puerta de marco de madera con vidrio, altas y angostas, previamente enmarcadas con una línea amarilla. 
Me encontré con una planta baja de triple altura y con el patio principal que recupera el concepto de calle y de plaza para sus habitantes, generando un mundo interior preservado del caos exterior. Donde puede verse de un lado una fuente sin agua (abandonada) y del otro, mesas de ping pong y los buzones de correo (kilométricos). 

No hay ruidos, solo se escucha el ascensor a lo lejos.
Un ascensor nuevo y dos que mantenían su estado del año 1975 cuando se construyó. Uno de ellos, un montacargas por donde se transportaba la basura o los materiales de construcción.


Lo veía por fotos y no lograba entender las espacialidades. Cuando uno lo va recorriendo se va dejando llevar, perdiéndose entre los puentes que conectan los diferentes bloques y escaleras que suben y bajan a diferentes pisos.
Eran un laberinto. Quiero llegar al puente que veo desde el otro lado y me pierdo, termino en el acceso de una vivienda sin salida. Vuelvo para atrás y subo al ascensor para ver si logro llegar a otro piso, y por fin, nose como, logro estar del otro lado del puente.

Me quedaba observando, las entradas a cada vivienda. Algunas desde sus propios balcones con una mesa y dos sillas, sus plantas propias pero a la vez públicas y otras donde se les construyó una pared en semicírculo para hacer el acceso más privado.

La obra de Bofill me generó incertidumbre, ganas de recorrer cada rincón, ir y venir, subir y bajar, observar cómo fué habitado cada espacio. Mirando a través de los huecos (pequeños y grandes) como se enmarca el paisaje que lo envuelve.

Por fuera una muralla roja, por dentro revestido con los colores turquesa, terracota y azulejos azules y amarillos.

Mobirise
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El proyecto de Walden 7 nace a partir de un trabajo de investigación del taller de arquitectura que forma el arquitecto Ricardo Bofill con especialistas en arquitectura, psicología, filosofía e ingeniería.
En un principio el proyecto recibía el nombre de “La ciudad en el espacio” que consigue materializarse en estos terrenos suburbanos (antiguamente ocupados por una fábrica de cemento).

Con un presupuesto inferior al que se destinaba en esa época a las viviendas sociales y con una financiación atípica, se levanta el, ahora llamado, Walden-7. 

Su nombre original proviene del libro Walden Dos, (un ensayo sobre la vida en una comunidad de un millar de individuos publicado en 1948 por Skinner).

Así es que se va construyendo el Walden 7, pensado como una ciudad vertical, con casas, calles (que reciben el nombre de personalidades de la filosofía, las humanidades, la política, la cultura o el deporte), zonas comunes, comercios y todo enfocado desde la autogestión. 

Se conformó un hito tratando de dar solución a los problemas que plantean las ciudades actuales. Donde existe una falta de sentido de comunidad, de actividad colectiva y de un espacio público puesto a disposición del individuo.

Un edificio que contiene 446 apartamentos distribuidos en catorce plantas y cada apartamento tiene vistas tanto al exterior como a los patios. 
La viviendas fueron diseñadas en módulos de 30m2, que se fueron combinando según las necesidades de cada uno. Desde un estudio de un solo módulo, hasta la vivienda de cuatro módulos, ya sea en una sola planta o en dúplex.
En la terraza, dos piscinas grandes y césped sintético para poder tomar sol, donde también se realizan reuniones y festejos entre los vecinos.

Cuando me estaba yendo, veo a vecinos jugando al ping pong en la planta baja, niñes corriendo por los pasillos, una mujer mayor sentada en su balcón y una pareja paseando a su perro. Todos compartiendo un mismo lugar. 

Walden 7 te deja pensando cómo sería vivir en esta combinación de líneas rectas y circulares y colores vivos.