free html web templates

Las primeras vacaciones con mi familia fueron a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, (en la costa Argentina). En ese entonces visitabamos a la tía Chola (por parte de mi mamá) que llevaban viviendo ahí desde que con su marido Antonio decidieron irse a una ciudad con puerto y trabajar en la industria de pescados. 

En esta ciudad tan de moda para vacacionar en los años 80, se encuentra una de las primeras casas del movimiento moderno en Argentina: La casa del arroyo.
Realizada por Amancio Williams para su padre, Alberto Williams, compositor de música. Él le pide que le construya la casa en un terreno en medio del bosque, cuando ya se encontraba sin su mujer y sus hijos ya habían formado familia.

Solo él y su piano, para continuar componiendo en sus últimos años de vida.
Dice Amancio... “Él la vivió y fué muy feliz en ella”.

Paralelamente a este proyecto, se construía en Buenos Aires el Correo Central. Con un estilo afrancesado, con todos los adornos de la época, basados en una arquitectura griega. Esto supone un desafío grande para Amancio, que en el diseño de esta casa hace una investigación que lo lleva a una evolución en cuanto a los materiales a utilizar, que iban muy a contraposición de lo que se estaba utilizando en esa época.

Era la primera vez que se construía de forma tridimensional en el país. Que quiero decir con esto: que la estructura trabajaba en conjunto, pensada totalmente de forma íntegra.

Cuando uno comienza a adentrarse al parque, va sintiendo cómo la naturaleza exhuberante te va llevando hasta que se te presenta la casa a lo lejos, con formas simples y puras, incorporada a la misma, desprendiéndose del suelo y formando un arco entre las orillas del arroyo Las Chacras, generando una simetría con la curvatura del suelo. 

Amancio le escribe una carta al hermano diciendo: “Con la obra para papá sucedió lo mismo, nos fuimos al espacio sin buscarlo, ha sido la solución natural. Pero para proyectar así se precisa una completa libertad de espíritu”.

Sin medianeras, sobre el arroyo, teniendo miles de opciones donde podría ser ubicada, él optó por construirla sobre él. No sé si el hecho de estar construyendo una casa para un músico haya influido en la decisión. Ya que durante el siglo xvii y xviii se habían utilizado fosas de agua bajo las Operas. Entre ellas el Palacio Garnier de Paris que cuenta con un lago artificial bajo el mismo para aprovechar las cualidades reflectantes de la misma y así mejorar la acústica del recinto. De este lago nace la famosa historia de El Fantasma de la Opera.

Transcurría la segunda guerra mundial y con todas las dificultades técnicas y económicas que no ayudaban, opta por realizar un tratamiento químico al hormigón armado para que pueda estar y durar a la intemperie.

Con todo un ventanal corrido y la estructura ubicada en la parte interna (recubierta por paneles de madera) genera una forma homogénea y una espacialidad única para la época.

A todos los cuartos les entraba luz. Además de las ventanas, armó banderolas en el techo para que siempre haya un rayo solar dentro de la casa y un sistema de ventilación cruzada. 

Por fuera de la casa principal tenía un pabellón de servicio, una casa de huéspedes y el garage.

Todo estaba pensado y diseñado milimétricamente. Nada estaba al azar.

Observando los planos podemos ver como sus ambientes se disponen haciendo referencia a la tipología de las casas chorizo, que hablábamos en el post anterior.

En una parte de la casa estan los servicios con las habitaciones. En el centro, los armarios revestidos en placas de madera y las escaleras (construidas de forma artesanal) donde todos los escalones tienen diferentes medidas para acompañar la curva. A medida que uno va subiendo va modificandose el alto y ancho, y luego, en la otra mitad, se encuentra el espacio público donde todo está abierto salvo el sector donde se encontraba el piano, que tenía la opción de cerrarlo con paneles corredizos. La mujer de Amancio, Delfina Galvez, participó como colaboradora en toda la ambientación interior de la casa.

Apenas uno entra a la casa ve la calidad espacial y la expresión simple. Además me la imagino con los materiales originales y me llena de emoción. El interior de la casa se eleva a la copa de los árboles, recalcando así la importancia de lo visual, de adentro hacia afuera, enmarcando la naturaleza y la misma metiéndose hacia dentro. 

Me imagino viviendo ahí, sentada mirando mi alrededor, leyendo un libro o mismo tocando el piano (solo estudié 4 años). 

Con poco hizo mucho. Lo importante de la arquitectura para mi, es lograr espacios habitables sacandole el mayor provecho a los materiales a disposicion en ese momento y al presupuesto con el que contamos.

En 1952 tras la muerte de Alberto Williams, la casa es vendida y se instala en la década de los 70 una estación de radio que su eslogan era: “Aquí LU9, un puente hasta su casa”. Estos son los datos que me gustan, empezaba a llamarse "la Casa del puente", y pasaba a tener otra utilidad, sin intervenir los espacios, dejando todo como estaba hasta el mismo mobiliario y piano del compositor. 

Por el año 1991 desaparece la emisora y comienza una disputa judicial por el terreno. Hasta fines del 2003 la casa mantuvo su equipamiento original, momento en el que se abandonó el control sobre la misma y que llevó a que la casa sea ocupada. En el año 2004 sufre un incendio que deja solo el esqueleto de la misma. Corrían años en los que para la Argentina era muy difícil hacerse cargo económicamente e invertir en su reconstrucción.

Fotos: Valentina Cao

Hoy la casa se encuentra deshabitada, se armó como museo, pero dejando todos los rastros de los dos incendios que sufrió y así perdiendo el valor que los espacios tenían. 

Lo hablaba el otro día con una amiga que al no tener uso cotidiano los espacios pierden valor, o por lo menos el valor inicial y pasan a ser solo una obra… una obra que fué teniendo modificaciones naturales o intervenciones de personas como son los grafittis en paredes, sin saber lo que vale tener un hormigón a la vista que lleva 80 años ahí.

Amancio Williams decía... “la arquitectura es una de las formas más completas en que una época puede manifestarse, porque es la resultante de dos grandes fuerzas: el espíritu de la época y los recursos con que ella cuenta”... “Un gran espíritu construye, aún con recursos pobres, si estos se emplean bien, grandes obras.”